UNIVERSIDAD DE CARABOBO – SEDE ARAGUA
ESCUELA DE MEDICINA “DR. WITREMUNDO
TORREALBA”
DEPARTAMENTO DE SALUD PÚBLICA
Ensayo sobre Absceso.
FACILITADOR: DR. PHD RICHARD PALMA
AUTORES:
ELLEN BOTERO: BACHILLER EN CIENCIAS,
INTERNO DE PREGRADO DE 6TO AÑO DE MEDICINA – UC.
MANUEL GARCIA: BACHILLER EN CIENCIAS, INTERNO DE PREGRADO DE 6TO AÑO DE MEDICINA – UC.
JULIO, 2015
Resumen.
Un absceso es una acumulación de pus,
generalmente causada por una infección bacteriana. Cuando las bacterias invaden
el tejido sano, la infección se extiende por toda el área. Algunas células
mueren y se desintegran, dejando espacios en los que se acumulan líquido y
células infectadas. Los glóbulos blancos, los defensores del organismo contra
la infección, se desplazan hacia estos espacios y después de engullir a las
bacterias, mueren. La acumulación de glóbulos blancos forma el pus, una
sustancia cremosa que llena la zona. A medida que el pus se deposita, el tejido
sano es desplazado. Al final este tejido acaba creciendo alrededor del absceso
hasta rodearlo; el organismo intenta de este modo evitar una mayor extensión de
la infección. Si un absceso se rompe hacia dentro, la infección puede
extenderse tanto por el interior del cuerpo como bajo la superficie de la piel,
dependiendo de dónde se encuentre el absceso.
Una infección bacteriana puede generar un
absceso de varias formas. Por ejemplo, una herida punzante hecha con una aguja
sucia puede hacer llegar bacterias al tejido subcutáneo. A veces las bacterias
pueden diseminarse a partir de una infección de otra parte del organismo. Así
mismo, las bacterias que normalmente viven en el cuerpo pero no causan daño
alguno, ocasionalmente pueden provocar un absceso. Las posibilidades de que
éste se forme aumentan si hay suciedad o un cuerpo extraño en la zona
infectada, si la zona de invasión bacteriana tiene un bajo aporte sanguíneo
(como sucede en la diabetes) o si el sistema inmunitario de la persona se
encuentra debilitado (como sucede en el SIDA).
Los abscesos pueden aparecer en cualquier
parte del cuerpo, incluyendo los pulmones, la boca, el recto y los músculos.
Son bastante frecuentes en la piel o debajo de ésta, especialmente en la cara.
Palabras claves: Abscesos, bacterias,
infección, pus.
Introducción.
Con
el desarrollo de este ensayo se
pretende ampliar los conocimientos ya adquiridos, de los diferentes problemas de salud que afectan a los usuarios (as) con complicaciones
por absceso y las posibles consecuencias que puede acarrear sino son tratados a tiempo dicha patología. Explicando a su vez que un absceso
es es una acumulación de pus en cualquier parte
del cuerpo y que en la mayoría de los
casos, este mismo causa hinchazón e inflamación a su alrededor o también
llamado signos de flogosis. Debido a la
relevancia que revisten las infecciones e inflamaciones por estas purulencias
generalmente cutáneas, donde las autoridades sanitarias deben actuar para la
concientización sobre dicha patología el objetivo primordial de dicho ensayo es dar un amplio
conocimiento sobre la patogénesis y causas de los absceso y a su vez satisfacer las necesidades básicas del individuo enfermo con una recuperación y rehabilitación del
mismo, para incorporarlo a sus actividades y su medio social.
Un
absceso es una colección de pus localizada en una zona anatómica concreta,
formada por restos de leucocitos degradados, bacterias, tejido necrótico y
exudado inflamatorio, y rodeada de una zona de tejido inflamatorio, fibrina y
tejido de granulación.
Para
que se produzca, es necesario que entren en contacto con el tejido gérmenes del
exterior. En ocasiones, este contacto es debido a una alteración en la piel por
una herida, erosión o punción, pero también pueden llegar por contigüidad, a
través de conductos anatómicos naturales (de hecho, son frecuentes en el cuello
o las axilas los abscesos debidos a obstrucción de glándulas sebáceas o
apocrinas) o diseminados por el sistema circulatorio. El germen más
frecuentemente implicado es Staphylococcus
aureus, aunque a veces se encuentran otros gérmenes del grupo Streptococcus o incluso
gérmenes anaerobios en el caso de tejidos poco oxigenados.
Clínicamente,
un absceso se manifiesta en forma de masa dolorosa fluctuante, con signos
inflamatorios locales. Precisamente es la presencia de fluctuación lo que
diferencia un absceso de un flemón, en el que el material purulento es escaso
y, por tanto, el abordaje terapéutico será diferente. Por ello es fundamental
detectar la fluctuación (sensación táctil de líquido a la palpación exterior
del absceso), tanto para el diagnóstico como para el tratamiento, pues indicará
la zona en la que habrá que realizar la incisión.
Los
gérmenes causantes de un absceso pueden entrar en el tejido por implantación
directa (p. ej., traumatismo penetrante con un objeto contaminado), extensión desde
una infección contigua establecida, diseminación a través de los vasos
linfáticos o sanguíneos desde un lugar distante, o migración desde una zona
donde forman parte de la flora residente hasta un área vecina normalmente
estéril, a causa de la alteración de las barreras naturales (p. ej., formación
de un absceso intraabdominal por perforación de una víscera).
Los
factores predisponentes a la formación de abscesos se deben a trastornos de los
mecanismos de defensa del huésped (p. ej., anomalías de la función de los
leucocitos), presencia de cuerpos extraños, obstrucción del drenaje normal del
tracto urinario, biliar o respiratorio, isquemia o necrosis tisular, hematoma o
acumulación excesiva de líquido en los tejidos y traumatismos.
Los
abscesos pueden comenzar como celulitis. La separación de los elementos
celulares por líquido o el espacio creado por necrosis celular debida a otra
causa, proporcionan un área donde los leucocitos se pueden acumular y formar un
absceso. La disección progresiva por el pus o la necrosis de las células
adyacentes expanden el absceso. El tejido conectivo, altamente vascularizado,
puede después invadir y rodear al tejido necrótico, los leucocitos y los
detritos, para aislar el absceso y limitar su extensión.
El agente causal del
absceso Staphilococcus aureus es el agente causal más común, aunque hay otros
microorganismos que también lo pueden producir como el Streptococcus, gramnegativos y anaerobios.
Síntomas, signos y
complicaciones.
Los
síntomas y signos de los abscesos cutáneos y subcutáneos consisten en calor,
hinchazón, hipersensibilidad y enrojecimiento sobre la zona afecta. Puede
existir fiebre, sobre todo en los casos con celulitis adyacente. En los
abscesos profundos son típicos el dolor y la hipersensibilidad locales junto
con síntomas sistémicos, en particular fiebre, así como anorexia, pérdida de
peso y astenia. La manifestación predominante de algunos abscesos es una
anomalía de la función del órgano afecto, como la hemiplejía en caso de absceso
encefálico.
Las
complicaciones de los abscesos comprenden bacteriemia con diseminación de la
infección a lugares distantes, rotura a los tejidos adyacentes, hemorragia a
causa de erosión de los vasos por la inflamación, trastornos de la función de
un órgano vital e inanición por los efectos sistémicos de la anorexia y el
estado catabólico.
Tratamiento
Suele
requerir drenaje quirúrgico del contenido. La rotura del absceso puede conducir
a drenaje espontáneo, a veces con formación de fístulas de drenaje crónicas.
Sin drenaje espontáneo o quirúrgico, el absceso se resuelve a veces lentamente
tras la digestión proteolítica del pus, que produce un líquido fluido y
estéril, reabsorbido hacia el torrente sanguíneo. La reabsorción incompleta
deja una loculación quística dentro de una pared fibrosa, donde a veces se
precipitan sales de calcio para formar una masa calcificada.
Los
fármacos antimicrobianos sistémicos activos contra los microorganismos
responsables están indicados para las infecciones profundas, pero muchas veces
son ineficaces sin drenaje simultáneo. El drenaje apropiado incluye eliminación
concienzuda del pus, el tejido necrótico y los detritos. Para evitar que se
forme de nuevo el absceso, puede ser necesaria la eliminación del espacio
muerto mediante su relleno con gasa o por la colocación de drenajes. Si es
posible, se corregirán las anomalías predisponentes, por ejemplo la obstrucción
o la presencia de un cuerpo extraño. Las tinciones con Gram y los cultivos,
seguidos por prueba de susceptibilidad de los aislados obtenidos del absceso,
proporcionan una guía para la elección del tratamiento antimicrobiano. El
antimicrobiano de elección es el cefadroxilo (cefalosporinas de primera
generación) en dosis de 1gr cada 12 horas por 7 a 10 días.
Técnicas de drenaje.
Siempre
que hay una masa purulenta accesible, el tratamiento debe ser su evacuación
física, es decir, el drenaje. El uso de antibióticos sistémicos es de dudosa
eficacia, por lo que suele ser una medida coadyuvante. El antibiótico empleado
será amoxicilina-ácido clavulánico 500-1.000/125 mg/8 h o cloxacilina 500 mg/6
h, pudiendo recurrirse a macrólidos en pacientes alérgicos.
Antes
de llegar a la fase de absceso, las infecciones localizadas suelen pasar por
una fase flemonosa. Para acelerar la formación de pus, puede ser útil el empleo
de calor local, y realizar el drenaje cuando la fluctuación sea evidente.
El
drenaje de un absceso es una técnica sencilla que se puede realizar en
cualquier servicio de Atención Primaria (AP) de forma ambulatoria, con escasas
complicaciones si se conoce la técnica. No obstante, en algunos casos está
contraindicado el drenaje en AP, será entonces cuando habrá que derivar al
paciente al segundo nivel asistencial.
Procedimiento
- Lavado y desinfección de la
zona: como en toda técnica de cirugía menor, debe
comenzarse con el lavado de manos del personal que realizará el
procedimiento, con la desinfección de la zona a tratar mediante el uso de
povidona yodada, y la delimitación del campo con paños estériles.
- Anestesia local de la zona : se
debe emplear un anestésico sin vasoconstrictor, pues este puede aumentar
la necrosis de los tejidos infectados. El uso de anestesia local viene
respaldado por numerosos estudios que avalan su empleo, no solo para
eliminar el dolor de la propia incisión, sino también para reducir el
dolor durante la fase de desbridamiento de la cavidad del absceso. Así,
varios estudios, han demostrado la utilidad de la inyección de
anestesia local tanto en las capas superficiales de la piel como en el
interior del absceso. A pesar de ello, es posible que el desbridamiento
posterior sea doloroso, pues este tejido está sometido a un medio ácido,
que reduce parcialmente la eficacia de la anestesia.
- Incisión: debe
realizarse en la zona de máxima fluctuación del absceso, que generalmente
corresponde al centro de este. En el caso de que haya dudas, puede
realizarse una punción y aspiración con aguja de 21 G hasta que se
compruebe la salida del material purulento. Hay que evitar la zona de
tejido inflamatorio circundante, muy vascularizado, para no producir un
sangrado importante. La incisión debe ser amplia para garantizar la
correcta y completa salida del pus. Y la zona de incisión debe protegerse
con gasas de posibles proyecciones de material purulento; también se
recomienda el uso de gafas. Cuando comience a salir el material purulento
se puede ayudar con la compresión de la piel de alrededor dirigiendo la
presión hacia la zona de incisión, evitando exprimir en sentido vertical
al plano del absceso, pues se podría empujar el contenido de pus hacia
planos profundos.
- Desbridamiento: se
introducirá en la cavidad una pinza de Kocher, abriéndola y cerrándola en
su interior en todas las direcciones, con el fin de romper los tabiques
que se hayan podido formar y eliminar los restos de tejido necrótico y
fibrina. El objetivo es que en el interior de la cavidad quede tejido lo
más sano posible.
- Lavado de la cavidad: una
vez desbridado, se debe lavar la cavidad con abundante suero fisiológico,
que se inyectará con jeringa aplicando una ligera presión. Posteriormente,
se lavará la cavidad con una mezcla al 50% de agua oxigenada y povidona
yodada. El desbridamiento y el lavado con agua oxigenada y povidona yodada
suelen ser los pasos más dolorosos del proceso, por lo que se debe
advertir al paciente y respetar los tiempos que necesite.
- Colocación del drenaje: los
abscesos se deben cerrar «por segunda intención», para evitar un cierre
superficial que podría dejar material contaminado en el interior. Por
ello, se colocará un drenaje tipo Penrose o gasa de borde orillada, que se
introducirá en la cavidad empapada en solución de povidona yodada, con
ayuda de las pinzas de Kocher y dejando una parte en el exterior para su
extracción en la siguiente cura. En abscesos de pequeño tamaño muy
superficiales, como en las paroniquias (abscesos periungueales), puede no
ser necesario colocar un drenaje.
- Cura local: una
vez colocado el drenaje, se realizará una cura oclusiva con gasas y
apósito estéril.
- Curas diarias: las
curas posteriores deben ser diarias, para lo que se retira el drenaje, se
lava la cavidad del mismo modo que la primera vez y se coloca de nuevo el
drenaje, hasta que deje de salir material purulento y el tejido de
granulación rellene por completo la cavidad.
Conclusión
Los
abscesos constituyen una lesión caracterizada por la acumulación de material
purulento en la piel y tejidos blandos cuya etiología principal es de origen
bacteriano. Se ha demostrado que el Staphylococcus aureus es el
principal patógeno causante de este tipo de lesiones, aunque también el
streptococcus ha jugado un papel importante en la patogénesis. El
cuadro clínico se manifiesta básicamente por edema, calor, rubor, dolor y
ocasionalmente fiebre.
Dicha
lesión también puede afectar otros órganos como por ejemplo el hígado, el bazo,
el páncreas, entre otros, en donde se debe establecer una estrecha vigilancia
debido al grado de complejidad que puede acarrear la evolución de los mismos.
El diagnostico es esencialmente clínico, salvo en aquellas circunstancias en
donde se amerite el uso de estudios imagenològicos (absceso intraabdominales).
El tratamiento consta de un correcto drenaje del material purulento combinado
con la correcta cobertura con antimicrobianos, entre los cuales se mencionan
cefalosporinas de primera generación, penicilina
penicilinasas resistentes (oxacilina), entre otros.
Bibliografía.
Pagina consultada el
21/07/15.
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21/07/15.
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21/07/15.
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